martes, 20 de marzo de 2012

Conveniencia de que las mujeres utilicen velo o mantilla durante la Misa.



Debido a los tiempos modernos que corren, prestos de hacer contra a todo lo que sea sacro, se ha perdido –en casi todas las Iglesias– el uso de la mantilla. Solamente ha quedado –y sujeta a los cambios de las modas– el uso de la mantilla en alguna que otra vestimenta de nupcias. La mantilla, como se la ha conocido durante siglos, solamente se sigue utilizando por los grupos de católicos tradicionales y en algunas Iglesias que hay en Roma y que suelen –a pesar de las reformas que se han realizado– ser más conservadoras en el aspecto moral del uso de la mantilla. Ahora bien, ¿cuál es el fundamento de esta milenaria costumbre de que las mujeres católicas se cubran la cabeza en el templo y qué ha significado hasta nuestros días aquél signo? 


Conveniencia de que las mujeres utilicen velo o mantilla durante la Misa

El uso de la mantilla sobre la cabeza durante la santa Misa es una antigua tradición. San Pablo escribe sobre esta práctica en el capítulo undécimo de su primera carta a los corintios. El comienza su explicación de esta manera:

 San Pablo

«Sed imitadores míos tal cual soy yo de Cristo. Os alabo de que en todas las cosas os acordéis de mí, y de que observéis las tradiciones conformes os las he transmitido. Más quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo, y el varón, cabeza de la mujer, y Dios, cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza. Más toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; porque es lo mismo que si estuviera rapada. Por donde si una mujer no se cubre, que se rape también; mas si es vergüenza para la mujer cortarse el pelo o raparse, que se cubra. El hombre, al contrario, no debe cubrirse la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios, mas la mujer es gloria del varón. Pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón, como tampoco fue creado el varón por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por tanto, debe la mujer llevar sobre su cabeza (la señal de estar bajo) autoridad, por causa de los ángeles. Con todo, en el Señor, el varón no es sin la mujer, ni la mujer sin el varón. Pues como la mujer procede del varón, así también el varón (nace) por medio de la mujer; mas todas las cosas son de Dios. Juzgad por vosotros mismos: ¿Es cosa decorosa que una mujer ore a Dios sin cubrirse? ¿No os enseña la misma naturaleza que si el hombre deja crecer la cabellera, es deshonra para él? Mas si la mujer deja crecer la cabellera es honra para ella; porque la cabellera le es dada a manera de velo.» [Traducción bíblica de Mons. Straubinger -TMS-]

Finalmente, ¿alguno encontrará alguna razón para argumentar lo contrario?, San Pablo escribe:

«Si, con todo eso, alguno quiere disputar, sepa que nosotros no tenemos tal costumbre, ni tampoco las Iglesias de Dios.» [TMS]

Siguiendo a San Pablo y a la antigua práctica de la Iglesia, el Código de Derecho Canónico de 1917 requería que las mujeres usasen velos o mantillas durante las funciones litúrgicas:

«Los varones, ya sea dentro o fuera de la Iglesia [al pasar por el frente, por ejemplo], mientras asisten a los ritos sagrados, deben llevar la cabeza descubierta, a menos que las costumbres locales lo aprueben o se den circunstancias particulares, no se determinará otra cosa. Las mujeres, sin embargo, deberán cubrirse la cabeza y vestirse con modestia, especialmente cuando se aproximan a la mesa del Señor.» [Can. 1262, par. 2]

En  tiempos recientes el cubrirse la cabeza no ha sido una práctica común, ¿qué sucedió? En 1976, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe emitió el decreto Declaración sobre la Admisión de Mujeres al Ministerio Sacerdotal (Inter insigniores), el cual subrayaba la razón por la cual las mujeres no pueden ser sacerdotes (o sacerdotisas). En este decreto leemos:

«Pero hay que notar que esas prescripciones, probablemente inspiradas en las costumbres del tiempo, no se refieren sino a prácticas de orden disciplinar de poca importancia, como, por ejemplo, a la obligación por parte de la mujer de llevar un velo en la cabeza; tales exigencias ya no tienen valor normativo.» [http://multimedios.org/docs/d001038/]


 Mujeres en Corea portando velo o mantilla durante la Misa

Desde este tiempo, el nuevo Código de Derecho Canónico (1983) omite el requerimiento de cubrirse la cabeza… así, hoy, en gran parte de la Iglesia el que las mujeres usen el velo o mantilla sobre la cabeza al asistir a Misa es algo muy raro. Esto no debe ser así, y pienso que si el tema fuese mucho mejor entendido, las mujeres encontrarían en el uso del velo o mantilla algo bueno y digno, tanto en lo individual como para la sociedad. Al explayar mi opinión no centraré el uso del velo o mantilla en razones de modestia o sujeción, sino sólo en su referencia a un gran misterio. San Pablo nos dice que la mujer vino del hombre así como el hombre vino primero de tal manera que es cabeza de la mujer… así, ellas utilizan velo o mantilla sobre la cabeza para revelar sumisión a él. Es cierto también, sin embargo, que desde Adán  todo hombre viene de una mujer y ellas deben utilizar velo o mantilla también por esta razón.


 El Arzobispo Fulton John Sheen durante un bautizo. La madre del niño portando su velo o mantilla.

En cada concepción, el divino Visitante entra solamente en la mujer para crear una nueva persona, sólo en ella desciende y, como otra encarnación, toca su útero e implanta una nueva alma inmortal. Ahora, este es un gran misterio, ¿y cómo hemos de mostrar los misterios?, le ponemos velos. Una niebla cubrió a la tierra durante su creación; el humo veló el Monte Sinaí cuando Moisés recibió las tablas; una nube recibió a nuestro Salvador en Su Ascensión. Lo sagrado es velado de tal manera que podamos orientarnos hacia una realidad más profunda. Durante la santa Misa, el Tabernáculo es velado debido a que contiene a Dios, así como el cáliz es velado también puesto que lo contiene a Él también. Así como es un gran misterio el que Dios se haga presente en nuestros altares, lo cual “vemos” con la Fe; y así, el que las mujeres se cubran con un velo hace más evidente que su vida forma parte de un digno y singular papel… sólo ellas han sido escogidas como recipientes de nueva vida. Pero, ¿qué hay de aquellas mujeres quienes no portan un hijo en sus entrañas, las ancianas, las muy jóvenes y las estériles?, ¿deberían ellas portar velo o mantilla? Sí deberían. Ya que las ancianas o las muy jóvenes o las estériles comparten la naturaleza de la mujer, la cual está identificada con portar nueva vida… y la naturaleza no cambia.


 
 «Ceremonia de recepción de la madre en la iglesia», «Bendición de las mujeres después de dar a luz» o rito «benedictio mulieris post partum»

Si seguimos esta lógica de utilizar velo o mantilla, la cual apunta al misterio de la mujer, entonces podemos comprender apropiadamente la bendición que se les da después de que han dado a luz. Este sacramental no sólo es un acto de agradecimiento, sino una purificación. Ahora, la purificación no se refiere en el sentido de limpiar un objeto sucio, sino de limpiar algo que está santificado y volverá a utilizarse. En la santa Misa, después de la Comunión, el sacerdote purifica el cáliz, él no hace esto porque el cáliz esté sucio, sino porque Dios ha estado ahí. Así la mujer es purificada, no porque esté sucia, sino porque Dios ha entrado en ella, ha tocado su útero y a través de ella ha colocado otra alma inmortal en el mundo.


 Purificación del cáliz durante la santa Misa.

Para concluir, en mi opinión todas las mujeres deberían llevar velo o mantilla sobre la cabeza durante la santa Misa, como un signo visible y testimonio de su exclusivo privilegio y dignidad. Si todas las mujeres comprendieran mejor esto, creo que ellas se valorarían más y apreciarían mejor su exclusiva naturaleza maternal… la cual ha sido muy atropellada, abandonada y combatida en nuestros días. Además, si toda mujer reconociera este, su exclusivo privilegio, defenderían su dignidad protegiéndose contra la vestimenta inmodesta, evitando las malas compañías y los lugares perniciosos, y aborrecerían ser reducidas a ser el juguete de las bajas pasiones varoniles. Por estas razones, si toda mujer comprendiese el sagrado misterio de su condición de mujer, ellas portarían feliz, ansiosa y honrosamente el velo o mantilla cada vez que asistieran a Misa, y un gran bien retornaría hacia este pobre mundo que se encuentra sumido en profundas tinieblas, por reconocer el verdadero y feliz propósito de la vida.

R. P. Christopher Hathaway, FSSP, Conveniencia de que las mujeres utilicen velo o mantilla durante la Misa”, original en inglés “On the Fittingness of the Woman’s Veil”.
Tomado de la homilía del domingo después de la Ascensión del 23 de mayo de 2004. Traducción: Alejandro Villarreal -sept. 2011- Imágenes añadidas.